viernes, 21 de octubre de 2011

No habrá paz para los malvados

No habrá paz para los malvados (2011), Enrique Urbizu


A lo mejor es que es mi género favorito, pero qué satisfacción el poder encontrar buen cine negro made in spain. Una auténtica vergüenza que se fuese de San Sebastian a dos velas. No puedo estar más de acuerdo con Carlos Pumares.
Hay varios aspectos dignos de destacar. Es obvio. No por ello vamos a dejar de ensalzar el papelón del señor Coronado. Es de esos papeles que elevan a los actores varios escalones por encima y los catapultan hacia el selecto grupo de memorables. Ya estaba bien en La caja 507 del mismo Urbizu. Pero es que en esta ocasión su rocambolesca caracterización y su madurez combinan a la perfección.
Quizás como contrapeso, su protagonismo es tal que deja algo cojos al resto de interpretes, lo que "desequilibra" algo la peli en ese aspecto. Aunque a mi me gusta Helena Miquel como juez.
En su conjunto la pelicula es más que sobria. Hay que celebrar que nuestro cine esté a esta altura.
Pero me quiero detener especialmente en lo mío: el guión.
Considero un infrecuente pero mayúsculo acierto el juego que nos presenta Urbizu. Sin querer desvelar nada, la acción entra a las primeras de cambio y nos sumerge velozmente en una trama que nos atrapa sin pestañear. Pero lo curioso, y ahí viene lo reseñable, es que manteniendo el mismo grupo de protagonistas la trama mute, casi sin darnos cuenta. Muta pero crece, y nuestro protagonista adquiere una nueva dimensión que, aun así, no cambia su inevitable destino.
Lástima que la  precoz promesa de acción se diluya en el desarrollo el film. Demasiada paz quizás para los malvados. Se echa de menos más pólvora, más confrontación, aunque no esté teñida de rojo.


1 comentario:

  1. No coincidim gaire. Jo crec que la peli té una bona arrencada, però que finalment perd tota la força. Sense dir que sigui una mala pel·lícula, vaig quedar decebut. N'esperava més.
    I la crítica del Pumares, sincerament, em sembla molt fluixa. No hi veig cap argument cinematogràfic.
    Però tot és qüestió de gustos, clar.

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