sábado, 5 de noviembre de 2011

La voz dormida

La voz dormida (2011), Benito Zambrano





















Cuando nos reabren una ventana a episodios tan crudos de nuestro pasado siempre consiguen generar una sensación de infinito respeto hacia los miles y miles de personas que han tenido que sufrir para que hoy nosotros estemos aquí. Sea cual sea el drama humano, y se situe donde se situe, tanto temporal como geográficamente.
Y si, además, está bien producido e interpretado (en algunos casos) todavía es mayor el efecto. Muy interesante María león.
Pero dejando aparte ese punto, de lo que se trata aquí no es de hablar sobre nuestra historia sino sobre la película.
Benito Zambrano tenía sobrado crédito como para generar una expectativa, ganada sobradamente con Solas (1999), y menos (pero a mi me encantó) con Habana Blues (2005).
Sin embargo, cinematográficamente, he salido del cine algo decepcionado. Y digo "algo", porque la cuestión histórica por sí sola permite mantener un mínimo interés durante toda la película. El problema es que en clave de cine no aporta nada.
De entrada, carece de interrogantes que nos puedan generar interés en su avance. Podemos prever toda la peli desde el min 15.
La condensación de excesivos diálogos provocada por la esclavitud de querer reproducir el máximo contenido de la novela no deja respirar lo suficiente, ni a los personajes ni a la propia película. Con toda la carga dramática que la inunda, los personajes no llegan a tener la profundidad que deberían, y eso es un error. No puedo entender como alguien capaz de jugar con los silencios y las miradas de Solas, lo haya perdido 12 años después.
Aun así, no es lo más flojo de la peli. Sí lo es el tratamiento que se hace de todos los papeles que representan al bando "contrario". El público de hoy en día tiene la suficiente madurez como para digerirlos fílmicamente en su rol sin necesidad de entrar en estereotipos tan caricaturizados que, independientemente de nuestras creencias políticas, debemos admitir como rebajadores de la calidad de la pelicula. Y no digo que no existiesen en realidad. Estoy absolutamente convencido de que así fue, y en todas las guerras del mundo. Es la condición humana, desgraciadamente. Pero para verlos por enésima vez en una película... Aunque quizás eso se le pueda achacar a Dulce Chacón y no a Benito.

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