sábado, 11 de febrero de 2012

Los descendientes

Cartelera:
Los descendientes (2011), Alexander Payne


Perplejo. Así salí del cine ayer. Cuesta entender que una comunidad madura como la de los críticos de cine del mundo occidental (unos más que otros) se deje embaucar por productos como éste. ¡Ojo! no quiero transmitir la idea de que me parezca una mala película. Pero lo que está clarísimo, en mi humilde opinión, es que este film no merece los reconocimientos que está teniendo. La pregunta es ¿por qué?.
Sin entrar en explicar su contenido (cosa que intento evitar siempre) asistimos a una correcta mezcla de comedia y drama, centrada en un nucleo familiar que, tras una situación traumática se ve empujado a algo tan complejo, a veces, como entenderse, para alcanzar un objetivo tan respetable como patético, por el hecho de abordarse en familia. ¡Ah! Y situado en un paraje como las islas Hawai, en esta ocasión bajo una óptica alejada del habitual tópico cinematográfico. Poco más. Muy poco más.
Abuso de la voz en off al principio, para luego caer en la incoherencia de abandonarla prácticamente. Como el nivel general de la peli, las interpretaciones son meramente correctas. Si hemos de destacar a alguien, claramente, es a Shailene Woodley, la hija mayor de Clooney en la historia. Me gusta la escena de la piscina, con ese grito silencioso bajo el agua. Y sin embargo, como era de esperar, solo se habla del famoso galán: que si el papel de su carrera, que si bla bla bla. En la escena final, por ejemplo, está más que convincente, pero si con eso hay suficiente para hacer de su papel un claro candidato al premio por excelencia de la profesión a nivel mundial, entonces apaga y vamonos.
No voy a descubrir aquí lo que son los archicomerciales Oscars. Lo que me enerva es la falta de criterio de tantísima gente que se deja influir por la ola mediática procedente del otro lado del atlántico. En lugar de ejercitar su propia visión y su propia voz para admirar otros destacadísimos trabajos que este arte nos regala en otras lenguas y culturas, pero sin tanto presupuesto ni glamour, se convierten en simples y llanos títeres. Los condescendientes.

PARA: los que disfruten con peliculas que deban ser buenas porque los Oscars lo digan.
ABSTENERSE: los que odien los telefilms de fin de semana en sesión de tarde.

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